Sobre la planchura
del río
hace rato que las
nubes
no paran quietas.
Ladeadas por el
viento
las palmeras se
sacuden
como persianas
cerradas
como abanicos
abiertos,
sobre el techo de
la selva
se sacuden y no
paran
no paran quietas.
Con los primeras
manchas
sobre la tierra
oxidada
entre las sogas
del tender
sus manos no paran
quietas.
Sobre la ropa
sobre la tierra
lavada
caen y no paran,
no paran, no paran
quietas.
Ya abajo ya del
agua
la gurisada
salvajea
y mismo hasta el
grito
descalzas no
paran;
las hermanas no
paran
mismo hasta el
grito no paran
no paran, no
paran,
no paran, no paran
quietas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario